domingo, 25 de enero de 2009

De golpe y porrazo, sin golpe ni porrazo

Por los comienzos de la década del ´90 mi afinidad con los autos había incrementado de manera tal que me pasaba horas mirando los autos de la calle y memorizando sus nombres, sus características y sus cilindradas. Los domingos leía varias veces la sección de clasificados para ver los precios y modelos del mercado, una forma (extraña) de estar más cerca de los coches.

Yo era un niño de cabellos alocados, sin muchas preocupaciones más de las de completar algún álbum de figuritas o si los pitufos eran atrapados por Gargamel.

Mi papá notó estas ansias por conducir y unas vacaciones que estábamos en Villa Gesell pensó que sería buena idea enseñarme.


Como todos los años, nos íbamos todo un día a la laguna de General Madariaga,La Salada Grande que queda a unos 40 Km. de Gesell.

Al costado de la ruta, sale un camino de tierra que lleva directo a la laguna, pero son exactamente 19 Km. de tierra y piedra en compañía de la desolación.

Por esos tiempos, mi viejo tenía un flamante Taunus Ghia del ´83 con todas las comodidades necesarias para ser un buen coche, ni bien agarramos aquel camino, me dice “¿Querés probar manejar? Yo sentía que estaba en la gloria, respondí un si casi imperceptible y con esto mi papá apagó el motor y se bajó del auto mientras decía “pasate para este lado”.


Me senté en el lado del conductor, tomé el volante y mi viejo muy tranquilo me explicó las maniobras básicas para que el Taunus se moviera y después se quedó callado.

Arranqué el motor, puse primera y fui soltando de a poco el embrague a medida que pisaba el acelerador, claro que no tenía mucha cancha en el tema por lo tanto el motor se aceleraba bastante y el coche se movía realmente despacio.

Se paró. Mi papá me indicó que no pasaba nada y que volviera a poner en marcha al motor. Y así fue, pero esta vez con más confianza, como si ya había aprendido, como si ya había pasado la prueba de fuego de que se te pare el auto. Salí sereno como si hacía tiempo que manejaba y el viejo lo notó, empecé a acelerar, y a sentirme cómodo en aquél tanque color champagne en el medio de la nada y con mi papá al lado. No podía pedir más nada, era un nene de 14 años yendo a pescar y manejando por la tierra oliendo ese olor a campo tan particular y a la vez narcótico.


En un momento, mi viejo me dice “Pasalo a tercera”. Uf, uf y otro uf, ¿Pasarlo a tercera? – me preguntaba a mi mismo, ¿ir más rápido todavía? Era mucho pedir, pero como el comandante así lo había dispuesto cumplí con las órdenes y aceleré el Taunus.

Ya no necesitaba más de este mundo terrenal, mi burbuja estaba compuesta con los objetivos de un nene exitosamente alcanzados.


Pero (porque siempre hay un “pero”) la felicidad no iba a durar mucho, porque siendo las 9 de la mañana y creyendo que estábamos solos con mi papá en el medio del agro al doblar en una curva, un conjunto de camiones con acoplado venían del carril contrario.

Sentí que mi corazón iba a estallar del pánico, todavía no estaba acostumbrado a pasar los cambios y a andar derecho que me encuentro con semejantes monstruos que levantaban polvo y empujaban columnas de viento contra el auto que manejaba.

Creo que mi papá sabía que estábamos en serios problemas (es más, yo también lo sabía pero quería engañarme a mi mismo), por lo que muy calmo tomó con su mano izquierda el volante a modo de ayuda y me dijo “vos dale que no pasa nada”.


Mi cuerpo estaba convertido en piedra, creo que recé todas las oraciones conocidas, el credo, el padre nuestro, ave maría, Pablito clavó un clavito, alguna judía y otra musulmana. Me acordé del nombre y les pedí ayuda a todos los santos y mártires de la historia, al General San Martín, San Pedro, San Agustín, San Telmo, San Set (el santo del bailongo), entre otros.

Cuando terminó de pasar el último de estos inmensos camiones, me hice a un costado, paré el motor, y los dos respiramos largo y profundo, lo malo ya había pasado.

Mis brazos habían quedado tan duros que no podía casi doblarlos, me bajé del auto, respiré otra vez y me dije “Ya está, si pudiste pasar esta, que se vengan las que quieran”.

Y así aprendí a manejar, digamos, de golpe, y no fue tan malo mirándolo con varios años en la mochila, en ese momento el instinto de supervivencia fue el que, junto al viejo, me ayudaron a pasar la prueba más difícil para aquél momento.

También es posible que haya estado escrito que mi iniciación tuviera que ser así de dura para poder afrontar futuras situaciones como la lluvia y neblina en Balcarce, la vuelta de San Pedro sin luces o el accidente en la Panamericana.


Por eso, cada vez que viajo en la ruta, siempre digo las mismas palabras, “Le pido a Dios que me proteja a mi y a mis acompañantes, que me de la posibilidad de ir y volver sin complicaciones y por sobretodo, que me de templanza para afrontar alguna situación que esté fuera de mi alcance”.

martes, 6 de enero de 2009

Carta de Autor tácito, a descubrir.

Esta es una carta que me llegó a mi mail hace unos años, esta persona, la cual luego de leerla en varias oportunidades creo saber quien es, sabía de alguna manera que yo haría pública su carta y alguna manera su lamento.

Espero que puedan identificarlo, no puedo decir nada.


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Vientos huracanados sobre mi cabeza


Soy la sombra de la sombra. Mi vida termina con el llanto de la ciudad.
Estoy atento, siempre esperando la señal. Amarillo, rojo y verde me identifican y mi rostro es la incógnita que llevo conmigo.
Vivo detrás de una insignia que no me corresponde. Creen que no puedo resolver los problemas por mi cuenta.

Esta ciudad muestra su lado más tenebroso día a día, pero somos dos, siempre dispuestos a todo, ya atravesamos aquél punto de nuestras vidas en la que no existe el retorno, no podemos decir que no.

Mis habilidades son varias y mis hazañas infinitas, pero mi nombre solamente escolta.
Quisiera poder tener el control de este fantasma que escupe fuego y que hace temblar las calles, pero piensan que mi juventud durará por siempre.
Algo debe cambiar, ya he crecido, no podré utilizar estos pantaloncillos ajustados que contrastan mis partes por siempre. Se lo que representa mi atuendo, lo entiendo, encarna la vestimenta del legendario Robin Hood, pero ya no pertenece a mi personalidad, eso es pasado.

Tal vez el destino ya esté escrito. Tal vez deba ser su fiel compañero hasta su muerte y luego ser yo quien busque alguien que este a mi lado.
Tengo tantos enemigos como tanta astucia para enfrentarlos. Mis manos tiemblan, siento el miedo en toda ocasión. Los momentos más tensos son adornados con frases como “Santa catalinas” para ocultar mi pánico.

He crecido, mi cuerpo ha cambiado. Ya no soy aquél joven distraído con buen sentido del humor, un manto oscuro y desgarrado envuelve a mi corazón, necesito vengar la muerte de mis padres.

También he amado, experimenté aquella sensación única e irrepetible que genera sólo el amor, pero mi vida la he entregado para otros propósitos, mi obligación es incompatible con mis sentimientos y eso es lo que más me entristece.

No puedo revelar mi identidad, por eso escribo estas palabras desde el anonimato, solo para calmar el infierno de mi cabeza y el ardor de mi alma.

He decidido ser quien soy, vivir en el misterio, la oscuridad y conceder mi vida contra el mal por el solo hecho de que es lo que necesito para lidiar con mi triste y adolorido corazón.

lunes, 5 de enero de 2009

AVISO CLASIFICADO

Me llamo Juan José, tengo 46 años y creo que la vida me sonríe.
Tengo una mansión en Barrio Parque, 1 auto deportivo y 1 yate.
También soy dueño de una empresa multinacional con sede en Argentina y EEUU.
Soy alto y buen mozo.

No estoy buscando mujer, solo quería alardear. Saludos.

jueves, 1 de enero de 2009

Inicio, bienvenida y agradecimientos

Finalmente, después de mucho meditar decidí abrir mi blog, al comienzo tenía en mente escribir textos sobre mi, pero me di cuenta de que era bastante incómodo por lo tanto usé la PC.

Siéntan
se en su casa para dialogar, intercambiar textos y opiniones.

Agradezco a todos mis amigos y allegados que impulsaron/an día a día mi espíritu para escribir cada vez con mayor tesón, teflón y convicción.

Acá les dejo el texto de inauguración de Cabeza de Fósforo.

Gracias una vez más.

Tom.


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El matrimonio de la gastronomía y los inmuebles

La relación es implícita, oscura y significativamente estrecha, durante la historia humana las sociedades se vieron afectadas por el consumo gastronómico que llevaban.

Desde el presente, miremos lo que pasa cuando una familia tipo, llamémosla Gómez, cocina bifes en la plancha, el olor queda impregnado por años, esa sensación de entrar en aquella casa y como si un Ninja nos golpeara en la cara con un tufo a carne rostizada.

Cientos de pesos se van de las manos de los Gómez en desodorantes de ambientes y sahumerios, varios resfríos causados por la ventilación forzosa aún en pleno invierno.

Esta familia, como cualquiera que cocine bifes, jamás encontrará una solución efectiva para erradicar el olor de la casa, por lo tanto es acá dónde la venta del inmueble toma fuerzas. Los Gómez publican su hogar en el diario, reciben varias visitas pero no logran concretar el negocio con éxito. ¿A qué se debe semejante frustración si la casa está en buenas condiciones y el precio es acorde a los demás avisos?

Lo que no se ha tenido en cuenta de que las casas de los carnívoros están devaluadas en el mercado, por que la compra de la vivienda implica convivir también con aquél hedor, es algo similar a adquirir una casa cercana al riachuelo o conseguir un auto con el tapizado roto, son elementos que no se pueden extraer de la operación comercial.

Es por este motivo que los vegetarianos se tornan potencialmente importantes como vendedores de sus hogares ya que estos últimos no tienen vestigios pestilentes.

Una de estas personas, con el agregado de conocer el mercado inmobiliario, publicaría su aviso de la siguiente manera: “Montserrat, 2 amb. Muy lum, baño amp, veget” , de esta forma está dando a conocer que el uso fue exclusivo de un humano alimentado a base de verduras. Lo que se logra de esta forma es incrementar el precio de la vivienda.

Ahora veamos la historia y su transcurso de acuerdo a los apetitos por el arte culinario de las sociedades. Troya fue construida a orillas del estrecho de los Dardanelos, por lo tanto una brisa constante refrescaba la ciudad. Con el paso del tiempo y por la idea de proteger al semidios y héroe, Heracles, los troyanos montaron un gran muro que aislaba a la población, lo que no previeron es que los vientos de los ríos quedarían obstruidos por lo tanto la ciudad se tornó brumosa.

Para no dejar en la historia de los hombres semejante error, se ingenió la batalla contra los griegos micénicos, pero lo que en realidad sucedió es que las cocciones de carne dejaron a Troya bañada en tinieblas hediondas por lo que decidieron destruir a la metrópoli.

Algo similar sucedió con la Atlántida (o Atlantis para los más top). Fue una ciudad que solo se alimentaba de carnes asadas y brócolis, por lo que al término de sus 200 años, una nube oscura imposibilitaba la visión de los habitantes. La solución, tomada de la antigua y poderosa Troya, fue detonar los cimientos dónde el pueblo se apoyaba para que se hundiera en el océano y con él sus lamentos de olor.

Otro ejemplo que demuestra que nuestra vida se termina cuando el olor nos invade y nos conquista, es el caso del RMS Titanic, no existió ningún iceberg en el medio de la noche.

Aquél barco, fue diseñado de manera tal que poseía las cámaras de cocina cerca del salón comedor para que el frío que azotaba afuera no enfriase la comida y llegara a tiempo al comensal. Lo que no se tuvo en cuenta para los cálculos, que este salón era en forma de olla creando un micro-clima para mantener el calor, pero además contendría todo tipo de fetidez gastronómica, por lo tanto el capitán junto con los propietarios del buque, la firma White Star Line, tomaron la decisión apresurada de crear aquél témpano de hielo y para acallar a los pasajeros, y asegurarse la estabilidad de la compañía para futuras construcciones, se les abonó una suma importante a cada uno para que se cambiara el nombre y pactara su silencio eterno.

Para esto se tuvo que inventar también a los pocos sobrevivientes y los centenares de muertos por el gélido océano.

No hay una solución menos brusca para combatir las marcas que deja la cocina de los carnívoros que la de mudarse o incendiar nuestro hogar, pero les puedo sugerir que coman en casas ajenas o que vayan a restaurantes para así poder disfrutar de sus hogares con los aromas que prefieran.